domingo, 26 de julio de 2009

Los Viejos Amigos (II)

Esta es una canción que estaba en la radio por la época en que terminaba la universidad, de alguna manera me inspiró a tomar la decisión de iniciar una carrera en aeronáutica a pesar de no ser ingeniero aeronáutico.

Esta decisión me llevó a trabajar en lo que yo más amaba por entonces, los aviones, me llevó a Rusia, a Francia, a Inglaterra. Me llevó a sentirme capaz de grandes cosas y a realizarlas; a perseguir una de mis dos grandes pasiones, volar. Y a pesar de que, al final, tuve que abandonar la aeronáutica como carrera, me quedó la experiencia de sentirme capaz de enfrentar grandes retos.

Muchas veces el lado práctico de la vida nos hace abandonar algunos sueños y, muchas veces, nuevos sueños los reemplazan y nos vuelven a hacer sentir realizados. Pero cuando hemos sido aventureros e intentado realizar esos viejos sueños, el saber que lo intentamos y el placer de la experiencia viven para siempre en nuestra memoria y nos hacen sentir que en cierto modo, por un momento, los alcanzamos.

Esta canción, que ahora deseo compartir con ustedes, es sólo otro de los viejos amigos que reencontré en estos últimos días. Para mí es un canto a la libertad, al espíritu de aventura, un llamado a desestimar la opinión de los demás cuando se trata de perseguir nuestros sueños. Hasta el día de hoy, cantarla me hace recordar que soy capaz de lograrlo todo, aunque todo me diga que es imposible.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tuve mil sueños de colores brillantes. Sueños de oropel que me llevaban a volar por las alturas en mi imaginación. Sueños pendientes de un futurible fantástico.

Pero de pronto la vida me convirtió en Mosquetera, casi sin saber cómo, casi sin darme cuenta. Simplemente sucedió. Y así me descubrí un día armada con mi espada y mis botas haciendo frente a la vida en mi nuevo oficio de mosquetera. Mis sueños se truncaron y desaparecieron. Cayeron desde muy alto como gaviotas heridas que caen en peñascos de mares bravíos destrozandose sin piedad.

Pero luego descubrí que en los bolsillos de mi uniforme de mosquetera venían unas semillitas pequeñitas. Muuuuy pequeñitas, casi invisibles. Con el tiempo me di cuenta que eran semillitas de grandes y hermosos sueños. No son sueños de colores de oropel como los de antes. Son sueños de colores reales y hermosos. Son sueños tan pero tan bellos que para crecer han de ser sembrados en la tierra fértil y fecunda de la realidad de mi vida, tal y como es.

Tom Katze dijo...

Dios te bendiga por hacerte de nuevos y mejores sueños, que los oropeles son sólo fantasís engañosas.

No dejes jamás e perseguir tus sueños porque la verdadera felicidad no está en alcanzarlos sino en perseguirlos.