jueves, 26 de febrero de 2009

Stevie Nicks

A mis 19 años me enamoré de una mujer mas de diez años mayor que yo. Nunca la ví en persona pero estaba en los videos que, primero en FM7 y luego en Disco Club, me mantenían pegado a la pantalla del televisor.

Dicen por ahi que es una bruja Wicca y debe ser cierto pues a mí me embrujó y sigo embrujado hasta la fecha. La más seductora bruja que jamás pisó un escenario de Rock tiene hoy ya más de seis décadas y sigue embrujando con su sola presencia.

Pero yo prefiero recordarla como era entonces cuando, aunque estaba drogada casi todo el tiempo, subía al escenario e hipnotizaba a todos, espectadores y músicos por igual, desnudando su alma y cantando su lucha contra la drogadicción, el sexo sin amor y todos sus demás demonios internos.

Luego de vencerse a sí misma Stevie es hoy un ejemplo, para todas esas estrellitas estrelladas de hoy, de lo que debe ser una verdadera artista, una verdadera estrella y una verdadera dama.





Rockea mujer de oro en polvo
Toma tu cuchara de plata
Cava tu tumba

Desafío descorazonado
Elige tu camino y yo rezaré

Despierta por la mañana
Mira derrumbarse tus amores del amanecer
Los malos amantes eligen sus presas
Pero nunca lloran a viva voz

¿Acaso te hizo llorar?
¿Te hizo quebrarte?
¿Despedazó tus ilusiones de amor?
¿Y ya todo terminó? - ¿Sabes tú cómo?
Recoge los pedazos y ve a casa.

Rockea reina ancestral
Sigue a aquellos que palidecen
A tu sombra

Los gobernantes son malos amantes
Es mejor que pongas tu reino en venta

¿Acaso te hizo llorar?
¿Te hizo quebrarte?
¿Despedazó tus ilusiones de amor?
Pero ya todo terminó - tú sabes cómo
Recoge los pedazos y ve a casa.


(Traducción libre por El GATO)

viernes, 20 de febrero de 2009

El Alce y el Lobo.

Aunque esta historia no es mía, la leí en alguna parte en algún momento de mi ya muy lejana infancia, la he redactado yo sin copiarla de ninguna otra parte que no sea mis más oscuros recuerdos.

Me dejó grabadas en el alma sensaciones de angustia, de ansia, de excitación y, sobre todo, una conciencia de la inevitabilidad del rol que a cada uno nos ha asignado el destino en esta vida.

Y ahora la comparto con ustedes...

El Alce y el Lobo.

Ya estaba casi al final del día, al final de la estación, al final de su vida. No había rastros de nieve aún pero el invierno estaba casi por comenzar y el viento helado soplaba tan fuerte que casi no podía ver por dónde iba, aunque en realidad su vista nunca había sido buena para empezar. Los pulmones le dolían con cada inhalación; estaba cansado, estaba solo y estaba sediento. Más que nada, estaba sediento.

El terreno le resultaba familiar, la tundra estaba siendo reemplazada por el bosque y la hierba cedía su lugar a espinosos arbustos y altos árboles. El terreno estaba cada vez mas cubierto de obstáculos, era más difícil mantener el paso y estaba sediento. No había bebido un sorbo de agua en dos días, no había comido tampoco aunque el hambre no lo torturaba tanto como la sed; pero siguió avanzando.

Se sentía furioso, resopló, tosió y sintió el sabor de su propia sangre en la boca, el olor de su propia sangre en el piso frente a él; se sintió viejo, enfermo y, cosa extraña, asustado. Y no estaba acostumbrado a sentirse asustado, ni cansado, ni sediento.

El olor del agua llenaba sus fosas nasales, el sonido del agua corriendo por el arroyo a su lado llenaba sus oídos, pero no se atrevió a detenerse. No podía detenerse. No se detendría.

Sabía que no se lo permitirían... El no se lo permitiría.

¡Malditos lobos!!!

Oscurecía la tarde, no que eso importase, pero parecía que no iban a comer hoy. Todavía no, aunque... quizás esta noche, con toda seguridad mañana. El gran lobo gris miró a la jauría que corría junto a él, se sabía el lobo más grande, el más poderoso, el más astuto, el más fuerte y el más sabio que había; por eso era el líder de la jauría. Sin embargo ya no era joven, muchos lobos solitarios se habían dejado confundir por sus años y habían intentado destronarlo sin éxito, él los había derrotado en sangrientas batallas; pero sabía que un día sucedería, un día sería derrotado, pero ese día no había llegado aún.

Levantó el paso, ya era tiempo que él tomara el mando de la persecución. Corrió buscando alcanzar al viejo alce que habían estado siguiendo dos días ya; era peligroso pero tenía que hacerse. Sabía que no podía matarlo aún pero sabía que podría lograrlo; lo había hecho antes aunque solamente una vez, cuando era el cazador más joven de la jauría, pero recordaba perfectamente cómo hacerlo. A la presa no debía permitírsele comer, beber ni descansar y parecía como que iba a intentarlo. Aulló y corrió cerrando en un instante la distancia con su presa; todos sus cazadores lo siguieron gruñendo y ladrando, amenazando morder las patas traseras de su presa y obligándolo a aumentar su velocidad.

Cuidándose siempre de su mortal cornamenta, sin olvidar que ya dos de ellos habían quedado atrás muertos o moribundos al inicio de la persecución, los lobos dejaron al viejo alce ganar un poco de terreno. El líder se detuvo por un poco de agua y varios de sus cazadores hicieron igual, pero un instante después estaban nuevamente en marcha; el resto de la jauría no se detendría por agua hasta que él y los que lo acompañaban los alcanzasen. Ya casi podía saborear su presa y se sentía muy bien.

Nunca pensaba en su jauría, durante una cacería, sino como la extensión de su propio cuerpo. Era como tener siete bocas, siete narices, catorce pulmones y ventiocho patas con solamente un cerebro; el suyo. Por supuesto él no sabía de números, no en ese sentido, pero estaba sin embargo orgullosamente consciente de su jauría. Había un vago sentimiento de pérdida, sabía que debería haber un par más de ellos, pero había desechado ese pensamiento ya dos días atrás cuando habían dejado de respirar. Era duro pero la naturaleza era así. El alimento era escaso y él debía cuidar de los vivos.

Normalmente no intentaría ir tras un alce adulto, pero la jauría necesitaba carne, no había otros animales a la vista y aquél parecía lo bastante viejo como para que valiera la pena el intento. La caza sería larga y la carne sería dura, pero no había otra opción. Afortunadamente los cachorros de este año, a pesar de no poder cazar todavía, estaban lo bastante crecidos como para correr detrás de la jauría.

Se detuvo. Había gotas de sangre en la tierra y las olfateó. Sabía lo que eso significaba, lo recordaba. Comerían antes del amanecer.

COMENZAMOS

Hola.

Creé este blog sin querer, por ignorante, ignorante de todo lo que es el mundo de los blogs. Sólo quería tener una identidad con la que participar comentando en un blog que seguía, y sigo. Desde entonces este blog ha estado vacío, abandonado, esperando que se me ocurriera qué hacer con él.

Pero a partir de ahora va a ser el lugar para compartir mis meditaciones sobre... todo, mis malísimos esfuerzos literarios y, de vez en cuando, los videos y la música que me gustan o me dicen algo.

¿Compartirlos con quién?

Con todos, con nadie, sobre todo conmigo mismo.

No sé nada de blogs así que disculpen, ustedes pobres despistados que cayeron por aquí sin tener culpa alguna, si acaso no tiene un bonito diseño ni nada de las muchas cosas interesantes que he visto en otros blogs. Las iré implementando cuando aprenda cómo.