viernes, 6 de mayo de 2011

Triste Cumpleaños

Ayer fue un día de esos. Ayer todo pareció confabularse para ocupar hasta el último minuto de mi tiempo. Ayer me quedé en la oficina hasta las 10:00 de la noche tratando de terminar el trabajo pendiente. Ayer las buenas noticias no lograron sacudir del todo mi tristeza. Ayer fracasé, una vez más, en sacarla de mi mente. Ayer fue su cumpleaños.

Por primera vez en tres años no la pude saludar, no le pude comprar un regalo que no le podría dar, no pude gozar de su profunda sabiduría, de su sencilla alegría, de su infinita ternura, de su afilada mente, de su palabra justa. Por primera vez después de seis meses sentí que, definitivamente, ya no está. De alguna manera siempre supe que volvería a encontrarla a tiempo para su cumpleaños pero su cumpleaños fue ayer, su cumpleaños pasó y la ilusión se murió.

No pensaba escribir nada, no quería desnudar aquí el enorme agujero que en mí ha dejado su ausencia y no me siento capaz de escribir algo lúcido e inspirado, algo que sólo ella y yo podamos entender, y no porque tal vez ella no llegue jamás a leer estas líneas sino porque, sin ella, ya no soy capaz de escribir con lucidez e inspiración.

Quisiera... ¡Cómo quisiera! decirle ¡Feliz Cumpleaños! Pero ayer ha sido un Triste Cumpleaños, su cumpleaños más triste... para mí.