viernes, 24 de julio de 2009

Los viejos amigos (I)

Estos días pasados, días de introspección, de revisar viejas lecturas, viejas canciones y viejos intentos fallidos de pasar por escritor, me han hecho reencontrarme con muchos de estos viejos amigos que, ahora, quiero conpartir con ustedes.

Estas citas no tienen ningún mensaje, no reflejan ningún estado de ánimo en particular, simplemente el placer de escuchar versos tan sentidos y tan bien escritos como por ejemplo:

...
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.

Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo...


Creo que por los próximos días los voy a torturar, a ustedes los pocos amigos que me leen, con algunas viejas canciones que a mí me encantan, que me traen recuerdos de años más jóvenes y evocan sentimientos que ahora me sale del alma compartir.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya que nos vas a "torturar" con tus canciones nos permitirás "torturarte" con nuestros comentarios.

Escuché la canción varias veces. Me pareció bonita, me gustó. Sin embargo siempre me dejaba un sinsabor. Tiene un algo que me deja una sensación negativa casi imperceptible tanto en la introducción como en el canto.

Creo que este "algo" que atraviesa transversalmente todo el canto y su introducción se ve más claramente en la primera frase: "esta sala de espera sin esperanza". Mi conclusión es que es un canto de notas nihilistas. Poéticamente muy bien armado y hasta bello. Musicalmente melancólico y mántrico. Agradable al oído, pero al fin y al cabo nihilista. Y esta Mosquetera tiene una natural aversión al nihilismo en sus diferentes manifestaciones filosóficas o llevadas a la práxis cotidiana, como en la música, la literatura u otras artes.

Tom Katze dijo...

Ay mi osada guerrera del ciberespacio. Me mandaste de frente al diccionario para asegurarme que mi concepto de nihilismo era el correcto.

Tal vez haya algo de nihilismo en la letra y en el tono de la canción, tienes razón ahí. Pero yo me quedo con la belleza con que se expresa ese sentimiento de tener el corazón viejo, cansado y marcado por las cicatrices de toda una vida de lucha y, aún así, tener la fuerza para escribir unos cuantos versos más... aunque sean los últimos.

Cuando el corazón es un poeta, los versos son su respiración.