lunes, 22 de junio de 2009

Papá...

(Retiré esta entrada porque, sin querer, había herido a una persona maravillosa que se sintió aludida y no era esa la intención. Pero luego de editarla y ampliarla vuelvo a subirla porque creo que expresa un punto de vista personal válido.)

Ayer celebramos el Día del Padre en familia, en familión, casi en tribu. Mi padre tiene 92 años y toda excusa para estar con él es buena. Nos juntamos todos los hermanos con sus respectivas parejas e hijos y hasta mi hermana llevó a su suegro quien no tiene otra familia. La magia del Skype y dos laptops permitieron a mi hermano que vive en USA y a mi hermana que vive en Europa, sumarse con sus familias al cotorreo general. Fue algo muy sencillo; unos chorizos y unas alitas de pollo preparados en una parrilla que acomodamos en el descanso de la escalera, unas ensaladas preparadas por mis hermanas, un vinito de Queirolo para el brindis (sólo uno porque ahora "te vas adentro" si manejas con dos) y unas gaseosas para los chicos. No se necesita más para ser feliz ni para hacer feliz al viejo.

Al margen del aspecto comercial que cada año nos roba un poco más del verdadero significado de estas fiestas, la reunión de ayer me hizo reflexionar un poco sobre ese característico comportamiento "tribal" de nuestras sociedades latinas. Un día, si Dios me da vida, yo seré también un anciano y, entonces, viviré rodeado de mis hijos y mis nietos, en mi casa o la de uno de mis hijos. Y un día moriré rodeado de ellos en lugar de envejecer en un hogar para personas de la tercera edad, recibiendo apenas una llamada de mis hijos dos veces al año para mi cumpleaños y Navidad, para morir un día solo en mi cama o, si tengo suerte, acompañado de una enfermera pagada. Muchas cosas tenemos que envidiar a las sociedades más "avanzadas" del planeta, felizmente esta no es una de ellas.

Un tributo aparte se merecen los hijos que, por circunstancias de la vida, se ven obligados a internar a sus padres en instituciones para personas de tercera edad o para otro tipo de personas que requieren atención y cuidado las 24 horas. En muchos de esos casos la decisión se toma porque no hay alternativa y en otras porque, a pesar de que uno no quisiera hacerlo, comprende que es lo mejor para ese ser querido. Hijos que visitan a sus padres tantas veces como pueden, que les hablan todo el tiempo aunque pareciera estos no los ven ni los escuchan y que sufren por no poder hacer más, son sólo otro ejemplo de lo duro que es para nosotros separarnos de nuestros padres mayores.

Feliz día para todos los padres del mundo y gracias, Dios, por mis dos maravillosos hijos.

2 comentarios:

Sancho Panza dijo...

Side efects de tu post:

Las enfermeras pagadas que yo conozco son personas muy buenas. Acaban queriendo a los viejitos como a sus propios familiares. Se alegran con ellos, los engríen rico, sufren con ellos y lloran cuando a sus viejitos les llega el momento de partir.

Hay muchas situaciones que pueden llevar a los hijos a poner a sus padres en un lugar de esos. Dios no lo quiera, pero quizá tus dos hijos te tengan que poner en un hogar para personas de la tercera edad. Si finalmente llegan a hacerlo no creo que sea porque no te aman o por desinterés o por que les da lo mismo como podría ser en esas sociedades más avanzadas que mencionas. Quizá se trate de una situación imposible de superar y tengan que recurrir a eso aunque no quieran. La vida es muy complicada a veces. Si te llega a tocar a ti, ojalá te toque alguna de las enfermeras como las que yo te cuento que hay, te sentirías orgulloso y feliz de morir al lado de ella.

Por otro lado no todas las personas que están en un asilo para viejitos están solos y no ven a sus hijos y familiares. Hay algunos hijos que van a visitar a sus padres todos los días haciendo un sacrificio inmenso, mostrándoles un amor increíble, desviviéndose por ellos hasta extremos heróicos y tratándo de darles lo mejor posible. Quizá lo mejor posible es haberlos puesto en ese lugar. En esos casos si el viejito llega amorir solo, al lado de una enfermera pagada, no será por falta de amor o desinterés.

El amor a los padres se expresa de muchas formas. Yo conozco casos en los que no hay mejor manera de expresar el amor por los padres viejitos que llevarlos a vivir a un asilo de ancianos, con enfermeras muy buenas y visitarlos todos los días. Yo conozco casos de ese tipo de amor... un amor extremo.

Sancho Panza

Tom Katze dijo...

Dcís verdad mi querido Sancho. Yo personalmente soy testigo de lo que me dices y en mi propia familia.

Mi comentario apunta más a las diferencias culturales entre las sociedades latinas y las anglosajonas y las nórdicas donde es hasta mal visto que los hijos adultos vivan con sus padres.

Yo hablo de ancianos sanos, como mi padre, con hijos que tienen los medios para vivir con ellos.

Otro caso es el de personas enfermas, como el único hermano hombre de mi mamá, que tenía una enfermedad degenerativa que le afectaba el cerebro y necesitaba estar en un lugar adecuado con cuidados especializados las 24 horas del día y a cuyos hijos les resultaba materialmente imposible verlo con frecuencia que hubieran querido.

Lamento si mi reflexión fue hecha con demasiada ligereza y pido disculpas a quien pudiera sentirse afectado. Sé de primera mano, por mis primos hermanos, lo duro que es tomar la decisión de internar al papá a pesar de saber que se está haciendo lo mejor para él.

Y quiero aprovechar para extender mi solidaridad y mi admiración a los hijos que se han visto obligados a colocar a sus padres en un asilo o una casa de reposo y sufren más que ellos el no poder verlos y atenderlos como quisieran, pero que aún así se dan el tiempo para estar con ellos siempre que pueden.